Afternath es un cortometraje que golpea directamente al estómago del espectador,una masoquista agonía de media hora no apta para el aficionado a productos mucho más “light” y surrealistas .cuando la vean sabran de que les estoy ablando mis frikis
Como decía aquella famosa frase del film “The last house on the left” (dirigido hace 38 años por Wes Craven) “It’s only a movie…it’s only movie”es una frase a tener en cuenta una vez que decidas dar al “play”,luego no digan que no se lo advertí …
Afternath es un corto sobrecogedor, Cerdà nos hace testigos de la perdida de poder sobre nuestro cuerpo una vez muerto, mientras el silencioso y siniestro Pep Tossar,se dedica a dar rienda suelta a sus peores y más retorcidas fantasías.Cerdà no escatima en detalles, relata toda esa degradación con todo detallismo, consiguiendo un total rechazo ante lo que vemos.
Afternath es un corto sobrecogedor, Cerdà nos hace testigos de la perdida de poder sobre nuestro cuerpo una vez muerto, mientras el silencioso y siniestro Pep Tossar,se dedica a dar rienda suelta a sus peores y más retorcidas fantasías.Cerdà no escatima en detalles, relata toda esa degradación con todo detallismo, consiguiendo un total rechazo ante lo que vemos.
Solo treinta minutos,(siempre pueden hacer uso de su inteligencia y parar cuando deseen) y todo habrá acabado.Por supuesto no olviden que…“It’s only a movie…it’s only movie”.
Mal empiezan las cosas cuando de buenas a primeras, un carrusel de primeros planos a utensilios diversos nos indica el único marco en que va a desarrollarse la acción, la morgue de un hospital. En ella, dos son los empleados, y uno se encarga del cuerpo de un varón mientras el otro prepara el cadáver sobre el que trabajará a continuación, de una mujer.
Sin escatimar en detalles, Cerdà muestra con puntilloso preciosismo la primera operación sobre un muerto terriblemente maltrecho, hinchado y verdoso. Sorprende la calidad de los efectos visuales, hasta el punto de no percibir hasta ser demasiado tarde si se trata de una gran labor de maquillaje sobre un actor real o si por el contrario no es más que un excelente maniquí. La aprensión que busca el cineasta raya en lo malsano, y ni siquiera cuando aleja la cámara -para ocultar limitaciones técnicas- permite que respiremos de manera algo más sosegada, pues entonces tiende a dirigirla con creciente insistencia a la perturbadora mirada del segundo médico, aún en tareas de preparación. En conjunto, antesala premonitoria de lo que está por venir.
La idea tiene su gracia: tal y como lo pintan, parece que las intenciones de “Aftermath” no sean del todo enfermizas, y que más allá del impacto visual, la moralina quede en elogiar la labor austera, seria y profesional de los encargados de amortajamiento. De hecho, la estructura aparentemente cíclica del relato, con la que tras acabar el primer cuerpo empieza a trabajarse sobre el segundo de manera mecánica, invitarían a la un acercamiento prácticamente documentalista, o que en todo caso habilitaría una postura pasiva por parte del espectador y así, la mirada lasciva y frente sudorosa (no podemos ver mucho más debido a las máscaras de rigor) del segundo médico supondrían un atisbo de tentación rápidamente atajado al comenzar su labor con la chica. Nada más lejos: apenas desaparece el primero de la habitación dejando a solas al segundo, empieza realmente el grotesco espectáculo que justifica esa posición de lujo entre lo más extremo del cine
Lejos de mi intención arruinar en demasía la sorpresa, quien quiera ver el cortometraje debería saltar las siguientes líneas, a no ser que puedan servirle como advertencia. Porque censurando lo mínimo, y de nuevo debido seguramente a falta de medios, Nacho Cerdà rueda un infernal episodio de vejación y degradación, la consumación de una fantasía perversa que lleva al profesional a cumplir las peores atrocidades sobre el inerte cuerpo de la fallecida, dando rienda suelta a cualquier ocurrencia, por vomitiva que sea, ante su nublada mirada.
Escenas terribles por su impacto visual (y auditivo), pero también por el emocional, pues no tardan en devastar a quien que aún esperaba algo de clemencia. No, Cerdà no se anda con chiquitas, y si hay espacio para el descanso, es sólo porque él lo permite mediante la introducción de recursos estilísticos -algo forzados- que recuerdan que, en el fondo, todo es una película
Una película de un realismo inesperado, de una atrocidad feroz y de un estilo visual totalmente explícito alejado de elaboraciones cinematográficas, pero una película al fin y al cabo.
Y como película que es, al final “Aftermath” incluso se permite el lujo de jugárnosla con un atisbo de engaño, haciéndonos hasta dudar de nuestros ojos. ¿Otra puerta abierta a la relajación afectiva? Sea como sea, lo cierto es que el visionado de esta producción es un duro golpe, un peso excesivo que incluso repercute en nuestras conciencias y que apor descontado tardará en ser borrada de nuestras memorias, por mucho que lo intentemos. Fascinante.asi que esta como les dije altamente recomendada